Aquel que sabe a miel y a gozo en el corazón oculto y que no se parece
en nada al efímero mundano.
Esta primavera, el cuenco que debía alimentar mi alma permanece vacío.
Grande, es mi pesar.
Los cátaros, celebraban los dos equinoccios, felices ellos que Sabían: el de primavera (fiesta del
Amor) y el de otoño (fiesta del Espíritu).
¡Qué lejos están aquellos días a los cuales pertenezco!
